La Revolución Rusa de 1917 marcó un punto de inflexión en la historia mundial al derrocar al zar Nicolás II y establecer el gobierno bolchevique liderado por Lenin. El proceso revolucionario se divide en dos fases significativas: la Revolución de Febrero, que condujo a la abdicación del zar y al establecimiento de un gobierno provisional, y la Revolución de Octubre, en la que los bolcheviques tomaron el poder bajo el liderazgo de Lenin. Este periodo transformó el paisaje político, social y económico de Rusia siendo el inicio de la formación de la Unión Soviética.

Lenin fue el arquitecto detrás de la Revolución de Octubre, y a través de su liderazgo, Rusia se convirtió en el primer estado socialista de carácter proletario. Su enfoque teórico y práctico consolidó el comunismo en Rusia. Lenin lideró la nación rusa durante su periodo de transición hacia una economía planificada, sintiéndose su influencia en la reestructuración del estado soviético. Antes de su muerte, Lenin redactó un testamento donde hizo recomendaciones sobre el futuro de la dirección del partido y mostró preocupación por el creciente poder de Stalin.

José Stalin ascendió al poder tras la muerte de Lenin y transformó radicalmente la administración y las políticas de la Unión Soviética. Durante su mandato, implementó el primer plan quinquenal que resultó en la colectivización forzada, afectando en gran medida a los kulaks, acusados de ser enemigos del estado y perseguidos brutalmente. Stalin es conocido por su gobierno autoritario, su control totalitario y las purgas políticas, incluidos los procesos realizados por el NKVD, que llevaron a miles a los gulags, campos de trabajo forzado que simbolizan el terror stalinista.

Los Gulags fueron fundamentales en el desarrollo económico soviético, donde millones fueron internados bajo condiciones extremadamente duras. Creado en la época de Stalin, el sistema de Gulags encarceló tanto a criminales como a prisioneros políticos. Estos campos simbolizan el lado oscuro del gobierno stalinista, destacándose por su brutalidad y la violación de los derechos humanos.

Los Pioneros eran organizaciones juveniles que formaban parte integral de la socialización comunista en la Unión Soviética. Estas organizaciones, asociadas al movimiento del Partido Comunista, se encargaban de inculcar los valores socialistas y colectivistas entre la juventud, asegurándose de cultivar generaciones leales al régimen y a sus ideales revolucionarios.